lunes, 3 de junio de 2013

domingo, 22 de enero de 2012

Te sientes una mierda por dentro y el mundo no hace nada por evitar que te sientas así.


Hoy tengo ganas de comerme el mundo.



Mañana tal vez haya cambiado de opinión.
Tanto tiempo perdido buscando sentimientos que nos describieran. ¿Qué siento hoy? Indiferencia, eso es todo.
Yo no soy tonto. Sin duda porque un tonto no siente lo que yo siento. Un tonto jamás podría sentir algo así. Aún con la indiferencia de mi lado, una medio vida vivida en pasado y la sensación de que si hubiese sabido que lo usarías de pretexto para largarte minuto a minuto, no hubiese dejado que pasase nada.
Yo no soy tonto, y a pesar de lo que siento, miento si digo que no lo he intentado y he muerto en el intento. O al menos una gran parte de mí. Nada irrecuperable tal vez.
Yo no soy tonto, y más que nada, lo sé porque ni un tonto tropieza seis veces con la misma piedra.

Caerse duele, pero levantarse duele más.

Te caerás mil veces. Y que te levantes en cada caída solo dependerá de las ganas que tengas de volver a caer.
No sé dónde quedó esa parte de mí, tal inocencia escrita en una mirada escrutadora, anhelo de recuerdos que nunca olvidé pero que ya no recuerdo, que quedaron en algún lugar de mí, pero no puedo encontrarlo. Y llegar hasta él a veces se convirtió en el mayor suplicio que jamas creó mi mente, hoy busco miradas de pánico entre calles cualquieras y pedazos de esperanza esparcidos en aceras.