lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Y tú? ¿Por quién morirías?


Me senté en el suelo como cada tarde desde el día en que te fuiste. Se convirtió en mi rutina, una taza de chocolate en las manos, una mirada perdida, un suelo de vieja madera, una niña adulta que perdió la vida.
Nunca sentí en mi piel lo que es ver marchar a la persona por la que darías la vida, la ves alejarse, y no puedes hacer nada por detener su huida . En un momento te tuve al lado, y al siguiente desapareciste, te vas, me regalas tu huella, pero no soy capaz de seguirte. Me angustio entre lágrimas que no dan soluciones, solo unos ojos llorosos, miles de moratones y un fantasma con quien compartir los días. ¿Qué has hecho de mí? Dime, ¿en qué me has transformado? ¿quién te dio el derecho a robarme la vida y en que momento lo has logrado?
Los golpes estallan en mi cabeza, y me siento incapaz de odiarte. ¿Cuántas veces susurraste diciéndome “yo no quería”? ¿Cuántas veces ahogaste mi vida y me sumiste en la melancolía?
El sentimiento de una niña atrapada en un bucle insano, en un instante te odio y al siguiente de nuevo te amo. Te necesitaba. ¿Tan difícil era de entenderlo? Me enfrenté al mundo por ti e incluso por eso me reprendiste. Cuántas noches gasté en lágrimas, cuántos días en mis sueños tristes. Cuánto tiempo de mi vida te regalé, cuánto del tuyo perdiste.
Y tú nunca.. nunca llegaste a imaginar que ahogué los golpes entre llantos por ocultar la cruel realidad. Que lo habría dato todo a pesar de que tu mano retumbara de nuevo contra mi piel. A pesar de que miles de moratones adornasen mi cuerpo como cada vez que esto nos sucedía. A pesar de que te convirtieras en un monstruo que a duras penas pude reconocer. Buscaste mi perdón y finalmente acabaste huyendo. Te lo habría dado una vez más, pero como las demás veces me robaste el don de la palabra. Abriste la puerta y te marchaste. Te llevaste contigo el pedazo más grande de mi alma. Y ahora no me queda nada, un corazón que se rompe en pedazos y una casa donde esperar tu llegada. Supongo que los golpes no fueron suficientes para derrotar al amor.
Una taza de chocolate en las manos, una mirada perdida, un suelo de vieja madera, una niña adulta que perdió la vida...

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